El tren me produce una mezcla de nostalgia, añoranza y un «no sé qué de qué sé yo», como dirían los argentinos. Tuve la oportunidad de viajar varias veces a Coatza en tren; en una ocasión el tren se retrasó muchísimo y pasé por las Cumbres de Maltrata al amanecer. Es uno de los espectáculos más espléndidos que he presenciado en mi vida, mezclado con un miedo atroz al ver la profundidad de las barrancas… una obra de ingeniería magna, verdaderamente. Qué delicia viajar en el Pullman, en una camita con las sábanas impecables.
Una vez me fui a Querétaro en un tren ejecutivo que habían abierto, y fue de lo más placentero, con desayuno a bordo y toda la cosa. Además, al llegar a la señorial estación, me sentí transportada también en el tiempo, a la época de la Revolución.
Por supuesto, tiempo después hice el viaje en el Chepe. Emocionante a más no poder. Era invierno y en Divisadero Barrancas estaba todo recién nevado; había luna llena y una paz misteriosa que impregnaba todo de una aura mística.
Para culminar, cuando regresé de NY a México, viajé de NY a Chicago y al día siguiente de Chicago a San Antonio en tren. Nuevamente viajé en Pullman, y me tocó presenciar un buen rato (el tren se detuvo como una hora por una falla que lo dejó sin luz) los fuegos artificiales del 4 de julio provenientes de la margen opuesta del río Hudson, que en convoy iba bordeando, reflejados en el agua. Este feliz retraso ocasionó que la empresa Armtrack nos pagara una noche de estancia en Chicago, pues no alcanzamos la conexión con el tren a San Antonio.
En el vagón comedor, qué te puedo decir, comida con vino y toda la cosa, exquisita. En el camerino, regadera con agua calientita. En el vagón «lounge» una película de estreno.
Qué tontería deveras que hayan quitado los trenes de México, que eran gloriosamente lentos y permitían disfrutar nuestros magníficos paisajes. Además son históricos. Es obvio que oscuros intereses llevaron a ¿fue el idiota de Zedillo? o al idiota presidente que haya sido, a sacarlos de la jugada para privilegiar a los autobuses y tráilers, a las carreteras concesionadas, los cobros de peaje indiscriminados, y de paso, favorecer a las compañías de aviación.
Creo que por todo esto y mucho más es que los trenes nos producen tales sentimientos.
De_Mosc__a_Beijing_en_tren